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Iron Maiden, por mayoría absoluta

Escrito por el julio 26, 2023

Que la cita de este pasado 23 de julio sería especial se sabía desde hace más de ocho meses y medio, cuando en apenas veinticuatro horas se agotaron las alrededor de 18.000 localidades del Bizkaia Arena. Un hecho que no se ha logrado en Barcelona y Murcia, dicho sea de paso, aunque bien es cierto que contaban con el inconveniente de celebrarse entre semana, por muy verano y mes de julio que sea. La cuestión es que Iron Maiden se presentaba en Barakaldo (sí, porque Bizkaia cuenta con 112 municipios, Bilbao, aunque su capital, solo es uno de ellos, y el BEC, a pesar del nombre no se encuentra allí) tras comenzar la gira “The future past tour – 2023” a finales de mayo en Ljubljana (Eslovenia) y con veintiséis actuaciones a sus espaldas.  

Una cita muy esperada en Euskal Herria debido a que hacía ya nueve años que el grupo liderado por Steve Harris no se dejaba ver por estos lares, y cuyo repertorio también incluía alicientes suficientes como para atraer tanto a los seguidores más fervientes y acérrimos como a las nuevas generaciones de fans. Y este es uno de los puntos del éxito y renacimiento de una banda que a lo largo de la década de los ’90 vagaba sin rumbo fijo y cuyos trabajos lanzados en el siglo XXI no han conectado (a excepción de “Brave new world”, aunque técnicamente el año 2000 pertenece a la década anterior) con el público como lo hicieron los de su época dorada. 

Bruce Dickinson.

Sin la producción de sus grandes giras de los ’80, pero cuidando al máximo cada detalle, en “The future past tour – 2023” Iron Maiden combina magistralmente su último trabajo, “Senjutsu” (03/09/2021), con uno de sus clásicos, “Somewhere in time” (29/09/1986), el álbum que introdujo los sintetizadores y marcó un punto y aparte en su sonido, evolucionando hacia un estilo más elaborado. Además, todas sus etapas están representadas a través de otros cinco temas, insuficientes para muchas personas, que ven como cortes intocables se han quedado fuera del repertorio. 

Dicho esto, muchos/as metalheads dedicaron la jornada de reflexión sabatina a disfrutar durante toda la jornada de una de las bandas más grandes e icónicas de todos los tiempos (huelga mencionar estilos), meditar sobre qué discos escuchar antes de salir de casa y considerar qué camiseta de la doncella ponerse. 

Steve Harris.

The Raven Age 

Sobre las 19:30 h, con buena parte de la pista repleta de personas, aunque con las gradas prácticamente vacías, dio inicio la actuación de la banda telonera. The Raven Age es un quinteto londinense de metalcore melódico que venía a presentar su tercer álbum de estudio, Blood omen, publicado el pasado 7 de julio. De los nueve temas que interpretaron, cinco fueron los que descargaron de este nuevo trabajo las huestes del fundador George Harris, único miembro original de una banda fundada en 2009 y que cuenta con el rubio Tommy Gentry como nuevo guitarrista desde el año pasado. 

Tommy Gentry.

Musicalmente, The Raven Age no es el tipo de banda capaz de calentar el ambiente en una cita de estas características. A pesar de que no es la primera vez que giran junto a Iron Maiden, y más allá de que su estilo no case con ellos, ese escenario aún les queda muy grande y no están ni cerca de ser una referencia de la escena. Ojo, que no lo hacen mal tampoco, pero ser el grupo del hijo de Steve Harris no debería ser mérito suficiente como para tener esta oportunidad (aunque también hayan tocado en escenarios de festivales como Download, Rock In Rio, Wacken o Hellfest, por citar algunos), por más que cualquiera de nosotros/as hiciéramos lo mismo en idéntica situación. La familia, es la familia, que diría Don Vito.    

George Harris.

Iron Maiden 

A medida que se acercaba la hora de comienzo se palpaba la ilusión en el ambiente. Las gradas, ahora sí, completamente llenas. La pista, a rebosar. Y en las inmediaciones del escenario gran actividad y tensión entre los diferentes operarios. Una miembro del personal de comunicación de Iron Maiden dio una breve charla a los fotógrafos acreditados a la entrada del foso, mientras el público cantaba algunos de los clásicos que sonaban a todo volumen. Aunque para clásico, el “Doctor, doctor” de UFO, que indicaba el inicio protocolario del evento. Ya no había vuelta atrás. 

Público en primera fila.

Cabe destacar un aspecto sociológico interesante. Y es que, aunque todavía no esté del todo desterrado el prejuicio sobre la imagen del rock y el metal en general, es curioso, agradable y cautivador cómo a este tipo de eventos no solo acuden cuadrillas de amigos/as, como habitualmente, sino también familias enteras. Ley de vida, supongo, ya que quienes comenzaron a seguir a Maiden y sus coetáneos en sus inicios o poco después, ahora son padres/madres e incluso abuelos/as, y es genial que compartan actividades culturales de esta índole, como podrían hacerlo yendo al cine, el teatro o las fiestas del pueblo sin que eso pueda suponer algo novedoso. 

Dicho esto, la intensidad del enfervorizado público subió un nivel cuando sonaron las últimas notas de “Doctor, doctor” y las primeras del tema final de la banda sonora de la película “Blade runner” (¡Qué gran y acertada elección!, que fuera cabecera del programa de RTVE “En portada”) obra del compositor griego Vangelis, integrante de bandas de rock progresivo y psicodélico en los años ‘70.  

Bruce Dickinson.

Y se desató por completo, como es lógico, cuando los seis músicos ingleses atacaron los acordes de “Caught somewhere in time”. La euforia y el disfrute, sin embargo, estaba solo en la parte de la audiencia. Con ostensibles gestos de desagrado, Bruce Dickinson se dirigía hacía los técnicos mostrando su malestar con algo relacionado con el sonido. Y tras hacer un despiadado y firme aspaviento moviendo el dedo índice de la mano derecha de un lado a otro de su cuello, se dirigió hacia el interior para intercambiar pareceres. No me hubiese gustado estar en ese momento entre bambalinas, porque dio la sensación de que iba a haber más que palabras. 

Solventado (o no) el problema, Dickinson continuó con su interpretación. Sin apenas respiro, la banda nos deleitó con otro gran tema del “Somewhere in time” como es “Stranger in a strange land”. Eddie The Head hizo una breve aparición vestido con una gabardina de cuero, un sombrero de cowboy y una pistola de estilo futurista, al más puro estilo Clint Eastwood, como en una de las ilustraciones incluida en el disco. No sería la última vez que le veríamos a lo largo de la noche, pero sí desde tan cerca porque nuestro trabajo en el foso de fotógrafos ya había terminado. 

Eddie The Head.

En ese momento, Bruce Dickinson interactuó por primera vez con el público, deletreando la palabra “Bilbo”. Mientras el staff de Madness nos recolocaba en otra zona del recinto, sonaba “The writing on the wall”, uno de los cortes más efectivos y coreados de “Senjutsu”. A este le siguieron “Days of future past” y “The time machine”, ambos también incluidos en su obra más reciente.  

En este punto quiero hacer un inciso sobre el sonido. Aparte de los problemas que pudo tener el cantante en el primer tema, hay disparidad de opiniones entre el público asistente sobre la buena o mala acústica del recinto. Yo puedo decir que, tanto desde el foso como desde la grada, al fondo arriba del todo, no se oía mal. Sé que en las inmediaciones de la mesa de sonido pocos asistentes disfrutaron del concierto debido a la mala calidad de lo que les llegaba a los oídos, por lo que varias personas me han contado. Sirva esto para decir que dependiendo en la zona en la que estuvieses la experiencia fue de una u otra manera y que, en cualquier caso, no conviene generalizar en este sentido. 

Janick Gers.

Por lo que respecta a la producción, es necesario decir que (casi) en cada tema se iba cambiando la imagen de fondo. Así, en los dos primeros cortes aparecía la ilustración de una calle futurista, mientras en los tres siguientes la imagen era la de una consola con varias fechas y números. Ese dibujo también está en el libreto interior del “Somewhere in time” solo que en esta ocasión han incluido tres fechas con toda la intención. A saber, y en este orden: la del primer concierto oficial de Iron Maiden (25/12/1975); la de la publicación de “Senjutsu” (03/09/2021); y la de la salida a la venta de “Somewhere in time” (29/09/1986). 

El primero de los temas no incluidos en ninguno de estos dos trabajos fue “The prisoner” (The number of the beast, 1982). Con la voz en off de la intro de la serie del mismo nombre de 1967 en la que la banda se inspiró y un fondo con un tablero de ajedrez, la comunión entre banda y público era increíble. 

Steve Harris.

Tras ello, Bruce Dickinson volvió a dirigirse al respetable para disertar sobre cultura, raíces e idioma, algo que él bien sabe, como licenciado y catedrático en Historia, qué importancia tiene en nuestro territorio. Todo ello para dar entrada a “Death of the celts” (“Senjutsu”), ilustrado a través de un bosque con iconografía celta y en el mismo escenario con “cataratas” de humo verde. Un corte muy ovacionado, como casi todos a lo largo de la noche. 

Acto seguido, el cantante volvió a interpelar directamente a la asistencia sobre quién había nacido después de la publicación de «Seventh son of a seventh son» (1988), que desembocó en “Can I play with madness”, donde el público enloqueció y la banda fue un rodillo. El fondo de esta canción muestra la clásica ilustración del single, con el puño que atraviesa la cabeza de Eddie. Además, también se pueden ver extractos del videoclip oficial, en el que parece el gran Graham Chapman (Monty Python) en uno de sus últimos trabajos poco antes de fallecer. 

Bruce Dickinson.

Era el inicio de la parte más nostálgica del show, con una serie de clásicos imperecederos a la que dio continuidad “Heaven can wait” (“Somewhere in time”). Con el escenario adornado con la imagen principal de una calle futurista (imaginada en 1986) con letreros en japonés, además de luces de neón en el escenario, vivimos el punto álgido de la noche. Mientras a Nico McBrain no se le veía detrás de la batería, Dickinson (otrora, “The Bruce”) canta desde la plataforma superior con un abrigo mientras sale el Eddie futurista y robotizado del «Somewhere» para comenzar un duelo de disparos entre él y Bruce, con armas más sofisticadas y chispas muy ochenteras en cada impacto. 

Otro de los momentos más esperados era la interpretación en directo del tema “Alexander the Great”, nunca antes realizado. Bruce, en esta ocasión en camiseta negra de tirantes, golpea el enorme gong detrás de Nico con un mazo desde arriba, para dar paso a un espectacular solo de Adrian Smith, ante la atenta mirada de una legión de Eddies en formación de combate desde la pantalla. 

Adrian Smith.

Aunque sabía a poco, a pesar del monumental despliegue, muchos éramos conscientes de que el final se acercaba, y más aún cuando comenzaron los acordes de “Fear of the Dark” (“Fear of the Dark”, 1992) tras el bosque de la portada del disco y humo a punta pala. El estadio se vino abajo y todo el mundo coreaba la melodía. Bruce, desde la plataforma superior con el abrigo, de espaldas y encorvado, cantaba mientras miles de teléfonos grababan en la oscuridad. Hasta el famoso “You”, en el que un terremoto se desata. 

El epicentro se encuentra allá donde Janick Gers y Steve Harris estén, que no han parado de moverse durante todo el concierto, ¡menudos esprints y saltos! Dave Murray y Adrian Smith, como es habitual en ellos, se muestran mucho más serios y comedidos. 

Dave Murray y Adrian Smith.

“Iron Maiden” (“Iron Maiden”, 1980) comienza con un solo de Murray y Dickinson vestido con una chupa de cuero, haciendo un guiño a su predecesor, Paul Di’Anno. Este tema deja claro que no parece el mismo grupo, porque no lo es. ¡Han pasado 48 años desde el inicio! Entre las llamas vuelve a hacer acto de presencia Eddie, ataviado como un samurai con katana, y juguetea con Janick Gers. 

Digno colofón del que el frontman por antonomasia se despide diciendo “Back in the Basque Country!” (sic). Pero el público quería más y sabía que había más. Así que, tras apenas dos minutos en los que el sexteto se hace de rogar, la maquinaria se pone de nuevo en marcha para descargar los tres, esta vez sí, últimos temas. 

Janick Gers.

“Hell on Earth” (“Senjutsu”), de más de once minutos de duración, retrata los instantes más épicos, especialmente al inicio: fondo apocalíptico con Estatua de la Liberteddie en primer término, humo, y un espectacular mar de miles de brazos en pista que se mueven de izquierda a derecha por indicación de Dickinson. La guitarra acústica de fondo queda opacada tras la salva de llamaradas y la incorporación del resto de instrumentos. ¡Qué salvajada!  

Con “The Trooper” (“Piece of mind”, 1983) el BEC se cae. Uno de esos himnos que es prácticamente imposible que no estén en el repertorio, aunque con estos Maiden nunca se sabe. Porque, además, tienen canciones de sobra para hacer hasta dos o tres listas alternativas sin que el resultado final se resienta. Dickinson vuelve a tirar de chaleco vaquero y canta desde la plataforma, con la clásica imagen de fondo de Eddie con la Unión Jack y el sable a su espalda. Adrian Smith en primer término y Dave Murray después, ejecutan sendos solos con la sobriedad que les caracteriza. Ovacionadísima. 

Bruce Dickinson.

“Wasted years” pone punto y final a una noche de recuerdo y nostalgia de un disco, “Somwhere in time”, que merecía este reconocimiento. La portada de la gira, luces de neón en el escenario y aplausos generalizados y acompasados despiden al grueso de la banda. 

En total hora y tres cuartos es lo que estuvo Iron Maiden sobre el escenario del Bizkaia Arena. “Volved a vernos cuando regresemos a Euskal Herria (Basque Country), ya sea Bilbao, San Sebastián o Donostia” (sic) se atrevió a decir Bruce Dickinson antes de dejar solo a Nico McBrain interactuando durante unos minutos con el público. 

Dave Murray.

Y, al final, ¿qué nos queda? Pues una actuación memorable que no habrá gustado a los nostálgicos de los ‘80, a quienes renieguen del rumbo tomado en el siglo XXI y, en definitiva, a aquellas personas que siguen pensando que cualquier tiempo pasado fue mejor. A esos/as les fue mal el sábado, y el domingo también. Y es cierto que Iron Maiden ya no son quienes fueron (ni creo que lo pretendan) pero han sabido recuperarse de una época más oscura en la que estaban poco menos que desahuciados. Y no solo se han levantado, sino que se han reinventado, dando una vuelta a su repertorio y ofreciendo en cada gira un producto único y singular lejos de la típica repetición de clásicos. 

Qué duda cabe que podrían seguir estirando el chicle de los ’80 o incluso jubilarse, ya que no les queda nada que demostrar, pero son una banda con una gran vitalidad, que disfruta en el escenario, componiendo nuevo material y defendiéndolo en directo, le pese a quien le pese. El problema, a veces, es que idealizamos en exceso y eso no nos permite disfrutar del presente, porque siempre tendemos a compararlo con el pasado. 

Bruce Dickinson.

Iron Maiden en 2023 se ha pasado el juego varias veces. Sus componentes tienen limitaciones que antes no tenían (recordemos que se mueven en edades comprendidas entre los 64 y 71 años) y las ventajas que les da la experiencia y la ilusión que aún evidencian. Por eso todavía giran y llenan estadios en todo el mundo y, por eso, siguen siendo una de las bandas más grandes su generación y posteriores.  

Pocas bandas de rock y/o metal que no hayan anunciado su inminente retirada tienen su poder de convocatoria a estas alturas. Pocas bandas pueden presumir de seguir en la brecha, de esta manera, más de cuarenta años después. Pocos cantantes pueden hacer gala de esa presencia escénica, calidad y técnica vocal. Y pocos grupos pueden jactarse de tener una trayectoria y un presente que les coloque en los más alto. No todo es perfecto, evidentemente, pero el sábado Iron Maiden convenció y ganó por mayoría absoluta. 

Steve Harris.

Matt James, cantante de The Raven Age.

Matt Cox, bajista de The Raven Age.

Jai Patel, baterista de The Raven Age.