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47. MABEL BIANCO, Medica femminista Argentina

marzo 21, 2023

En la edición de hoy para nuestro proyecto feminista CLAUDINE EN BILBAO, compartimos entrevista con MABEL BIANCO, Medica Feminista Argentina, coordinadora de la campaña internacional LAS MUJERES NO ESPERAMOS, fundadora de FEIM, (fundación para estudio e investigación de la mujer), una ONG que desarrolla investigaciones, incidencia política, capacitación, y promueve la igualdad y los derechos de las mujeres en Argentina, América Latina, el Caribe y en el mundo.

Estudió medicina en la Universidad del Salvador, un máster en Salud Pública en la Universidad del Valle, en Colombia y la especialidad en Epidemiología y Estadística Médica en la Escuela de Epidemiologia de la Universidad de Londres. Es miembro de redes sobre DDHH, igualdad de género y salud a nivel nacional, regional y mundial. Miembro electa del Grupo Asesor Regional de la Sociedad Civil de ONU MUJERES 2012/2016.

Junto a Mabel Bianco abordamos diversos temas relacionados al matrimonio infantil y la violencia obstétrica. Mabel es una de las mujeres feministas actualmente màs representativas a nivel mundial con màs de media vida de experiencia en movimientos de defensa de derechos de las mujeres y derechos humanos en general.

Posee diversos reconocimientos a su labor y entre ellos podemos destacar:

2019 Fue distinguida en la categoría «Liderazgo» en la lista 100 Mujeres de la BBC.

2017 “Premio Mujer distinguida”, otorgado por el Comité de ONG para la CSW -Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer- de Naciones Unidas

2017 Reconocimiento del Consejo de la Magistratura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por su extensa trayectoria en pos de la defensa de los derechos de las mujeres

2013 Premio Dignidad de la APDH y mención 8 de marzo ‘Margarita Ponce’ de la Unión de mujeres Argentinas (UMA)

2011 fue reconocida como una de las «cien personas comprometidas con las mujeres del mundo» por Women Deliver y fue elegida como una de las «150 mujeres que mueven el mundo», por la revista internacional Newsweek junto a The Daily Beast.

VIRGINIA WOOLF

Considerada como una de las escritoras referentes del modernismo vanguardista del siglo XX y del movimiento feminista, a Virginia Woolf, nacida en Londres como Adeline Virginia Stephen el 25 de enero de 1882, le tocó vivir en un mundo de hombres. En una de sus obras, Una habitación propia, la autora llegó a preguntarse: «¿Qué necesitan las mujeres para escribir buenas novelas? Independencia económica y personal, o sea, una habitación propia».

La infancia de Virginia estuvo rodeada de intelectualidad por los cuatro costados. En su casa se respiraba arte, política y un ambiente tan liberal como complejo. A pesar de esto, fueron sus hermanos varones los únicos que pudieron estudiar en la Universidad, ya que se consideraba que las mujeres de la familia debían quedarse en casa para cuidar de su padre y, por lo tanto, ser educadas por un tutor. Los recuerdos de infancia de Virginia se enmarcan en sus visitas veraniegas a la zona de Cornualles donde su familia se trasladaba en verano. La casa familiar tenía unas fantásticas vistas a la playa y al faro, algo que posteriormente, en 1927, la autora reflejaría en su obra Al faro, cuya portada estaría ilustrada por su hermana Vanessa, una de las introductoras del impresionismo en Inglaterra.

A los trece años, Virginia sufrió un duro golpe del cual no se recuperaría jamás. El 5 de mayo de 1895 su madre murió repentinamente a causa de una fiebre reumática. Este hecho provocó en Virginia su primera crisis depresiva. A esto se unió, dos años más tarde, la muerte de su hermana Stella. Pero esto no fue lo único por lo que tuvo que pasar Virginia. En una obra autobiográfica, la autora desliza que tuvo que soportar abusos sexuales por parte de dos de sus hermanastros (hijos de un matrimonio anterior de su madre) y que a raíz de ello jamás pudo dejar de sentir desconfianza hacia los hombres y desarrolló una visión romántica de las mujeres. En 1905, su padre murió de cáncer, y antes de que Virginia hubiera cumplido los 23 años ya se había intentado suicidar. A pesar de no haberlo conseguido, sufrió una fuerte crisis nerviosa por la que tuvo que ser ingresada durante un tiempo.

Hoy en día se considera que Virginia Woolf padeció un trastorno bipolar con fases depresivas severas. A pesar de que la inestabilidad mental de la joven era importante, en agosto de 1912 se casó con el teórico político, escritor, editor y antiguo funcionario público británico, Leonard Woolf. Los trastornos más graves que padeció Virginia los sufriría entre los años 1913 y 1915. El 9 de septiembre de 1913, Virginia ingirió cien gramos de veronal, en otro intento por quitarse la vida.

En el marco de la Operación León Marino, por la cual el ejército nazi iba a invadir Gran Bretaña, Hitler redactó una lista negra en la que se encontraban los nombres de autores tan carismáticos como Aldous Huxley, H.G. Wells y la propia Virginia Woolf. Virginia ignoraba que existiera tal lista, pero en el caso de que Alemania acabara invadiendo Gran Bretaña, el matrimonio sabía que tarde o temprano los nazis irían a por ellos, puesto que Virginia era una renombrada intelectual y su marido Leonard era judío. Llegado el caso, la pareja tenía planeado suicidarse en su garaje aspirando los gases del tubo de escape de su vehículo. Además, Leonard guardaba bajo llave un

frasco con una dosis letal de morfina que le había proporcionado Adrian, el hermano psiquiatra de Virginia, por si se complicaban las cosas.

Aunque las circunstancias personales de la escritora afectaron a su forma de encarar la existencia, algunos de los personajes de ficción de Virginia dejan pistas acerca del estado psicológico de su autora, como por ejemplo la ansiedad y el delirio. Fruto de sus crisis, las ideas y las palabras fluían como un río agitado. Durante los primeros brotes de su enfermedad, la escritora llegó a afirmar que había oído cantar a los pájaros en griego, escena que años más tarde reproduciría en sus obras La señora Dalloway y Los años.

Virginia se veía reflejada en los personajes de sus obras, que rezuman depresión y escepticismo, y en los cuales la idea del suicidio y el miedo a la gente son recurrentes. A Virginia le aterraba la soledad, era muy autocrítica y se sentía invadida a menudo por un sentimiento de culpa. También sufría terribles dolores de cabeza e insomnio. Algunos médicos que la trataron, atribuyeron a la escritura sus problemas de salud. Algunos le recomendaron incluso que lo dejara, ya que los brotes más fuertes que sufría, que en su diario ella definía como «la ola» y «el horror», se producían tras el gran esfuerzo que le suponía escribir. A pesar de estas recomendaciones, Virginia siguió escribiendo, aunque a veces tuvo períodos de inactividad. Gracias a que no dejó de hacerlo, nos ha legado una obra sorprendente, vasta y original.

A pesar de ello, la escritura fue la tabla de salvación de Virginia ante el naufragio de su existencia. Pero el 28 de marzo de 1941, incapaz de hacer frente a la desesperación que la envolvía, se puso el abrigo y despojándose de su bastón, llenó los bolsillos de piedras y se adentró en el río Ouse, dejándose llevar por «las aguas que corren».

Virginia Woolf creía que era necesario que cada vez hubiera más mujeres que escribieran, e incluso llega a hacer una apología de las diferencias entre sexos: «Sería una lástima terrible que las mujeres escribieran como los hombres, o vivieran como los hombres, o se parecieran físicamente a los hombres, porque dos sexos son ya pocos, dada la vastedad y variedad del mundo; ¿Cómo nos las arreglaríamos, pues, con uno solo? ¿No debería la educación buscar y fortalecer más bien las diferencias que no los puntos de semejanza?».

CLAUDINE EN BILBAO

“A través del dialogo, construiremos los relatos colectivos, sobre el movimiento feminista en Bilbao y el mundo"

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