33. GLENDA IXTABALAN. Mujer Maya K’iche’, defensora de la tierra, la vida y el territorio
diciembre 15, 2022
Iniciamos tercera temporada de nuestro programa feminista CLAUDINE EN BILBAO, y lo hacemos muy contentas de poder llegar nuevamente a todas ustedes alrededor del mundo, en esta ocasión, compartimos entrevista con Glenda Ixtabalan, Mujer Maya Kiche, defensora de la tierra, la vida y el territorio.
Glenda brinda soporte técnico y operativo al trabajo del Fondo para Jóvenes de Centroamérica y México (Fondo Camy) con una visión holística y pertinencia identitaria para la promoción de sociedades justas y equitativas.
Mujer joven de la nación maya-k’iche’, nacida en Quetzaltenango y residente de La Esperanza, Quetzaltenango, Guatemala.
Glenda es maestra de educación preprimaria y educadora popular y cuenta con un técnico en Trabajo Social Rural y una licenciatura en Trabajo Social. Tiene una profunda vocación ciudadana y capacidades técnicas, metodológicas y políticas para acompañar y asesorar a organizaciones sociales en proyectos enfocados en defensa del territorio, justicia social, equidad de género, pueblos indígenas, juventud y derechos humanos en general, experiencia adquirida desde Trócaire, agencia católica irlandesa para el desarrollo en Guatemala, así como en diversos movimientos sociales y la Liga Maya de Guatemala.
Ha participado en procesos de formación y diplomados sobre historia de los pueblos indígenas, racismo y discriminación, en investigación social, formación política, análisis del Estado racista y colonia en Guatemala y formación política para juventudes y feminismo. Ha pasado por cursos sobre conservación del medioambiente para el desarrollo territorial, trata de personas y violación de derechos humanos y violencia basada en género. Ha participado en diálogos políticos liderados por jóvenes y propiciados por la Fundación Nacional para la Democracia (National Endowment for Democracy NED), formó parte del programa de pasantías de investigación Defensa del territorio para la elaboración del diplomado de formación política inicial para USAID y participó en el programa de formación política Agentes de Cambio impartido por la Fundación Friedrich Ebert Stiftung.
«Creo en el fortalecimiento de los liderazgos juveniles que fomenten la solidaridad, la responsabilidad, la perseverancia, la tolerancia y el empoderamiento para luchar en cada espacio con coraje y dignidad, con la prioridad de que el bienestar individual no debe basarse en el aprovechamiento material ni humano ni instrumentalizar a quienes históricamente han permanecido al margen de los privilegios».
– GLENDA IXTABALAN –
Como parte de su activismo social, ha colaborado en la edición, investigación y comunicación en la Liga Maya de Guatemala y ha formado parte de la dirección política de movimientos sociales en favor de la creación de una sociedad con justicia, equidad y del reconocimiento de las nacionalidades indígenas. Ha sido ponente en diversos espacios como en FLACSO México y la Red Chilena de Trabajo Social y Sistematización.
Obtuvo el primer lugar en oratoria en el Centro Universitario de Occidente, de la Universidad de San Carlos de Guatemala, y por elección ejerció cargos de representatividad cultural en el municipio de La Esperanza, Quetzaltenango, a nivel nacional y en la misma Universidad de San Carlos de Guatemala.
RIGOBERTA MENCHÙ TUM, es una líder indígena y activista guatemalteca, Mujer maya quiché, defensora de los derechos humanos, embajadora de buena voluntad de la UNESCO y ganadora del Premio Nobel de la Paz (1992) y el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional (1998).
Nacida en Uspantan, Quichè el 9 de enero de 1959. Se ha destacado por su liderazgo al frente de las luchas sociales en el ámbito nacional e internacional.
Hija de Vicente Menchú y Juana Tum, Rigoberta Menchú nació en una numerosa familia campesina de la etnia maya-quiché, cuyos ancestros forjaron, entre los siglos III y XV, la esplendorosa civilización de los mayas. A los cinco años empezó a trabajar junto a sus padres en las grandes fincas de las poderosas familias tradicionales del país guatemalteco; posteriormente, en la adolescencia, trabajó durante dos años en la capital del paìs, como empleada doméstica.
Su infancia y su juventud estuvieron marcadas por la pobreza, la discriminación racial y la violenta represión con la que las clases dominantes guatemaltecas trataban de contener las aspiraciones de justicia social del campesinado.
Bajo el gobierno militar de Fernando Romeo Lucas García (1978-1982), varios miembros de su familia fueron torturados y asesinados por los militares o por la policía paralela de los «escuadrones de la muerte».
Uno de sus hermanos, con sólo dieciséis años, fue víctima de los terratenientes que empleaban escuadrones a sueldo para arrebatar las tierras a los indígenas; su padre, Vicente Menchú, murió con un grupo de treinta y ocho campesinos que se encerraron en la embajada de España en un acto de protesta, cuando la policía incendió el local quemando vivos a los que estaban en su interior (1980). Pocos meses después, su madre fue secuestrada, torturada y asesinada por grupos paramilitares.
Mientras dos de sus hermanas optaban por unirse a la guerrilla, Rigoberta Menchú inició una campaña pacífica de denuncia del régimen guatemalteco y de la sistemática violación de los derechos humanos de que eran objeto los campesinos indígenas, sin otra ideología que el cristianismo de matices revolucionarios de la «teología de la liberación»; ella misma personificaba el sufrimiento de su pueblo con notable dignidad e inteligencia, añadiéndole la dimensión de denunciar la situación de la mujer indígena en Hispanoamérica.
Para escapar a la represión se exilió en México, donde en 1983 se publicó su autobiografía, titulada Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia. La activista relató en este libro su historia personal y la de su comunidad indígena a la antropóloga Elizabeth Burgos; además de aspectos reveladores acerca de las costumbres y tradiciones practicadas por los quichés, la obra incluye sus reflexiones sobre proceso de transculturación al que han estado sometidos los pueblos indígenas, dejando ver entre líneas su propio proceso de toma de conciencia.
Rigoberta Menchú recorrió el mundo con su mensaje y consiguió ser escuchada en las Naciones Unidas. En 1988 regresó a Guatemala, protegida por su prestigio internacional, para continuar denunciando las injusticias, pero fue detenida en el mismo aeropuerto y obligada a abandonar el país. Regresó nuevamente en 1991 para asistir a un congreso que reunió diversas comunidades indígenas de América.
Con el respaldo de Desmond Tutu, Adolfo Pérez Esquivel y otras personalidades que apoyaron su candidatura, la labor de Rigoberta Menchú fue reconocida con el premio Nobel de la Paz en 1992, coincidiendo con los actos oficiales del quinto centenario del descubrimiento de América, celebraciones a las que Rigoberta se había opuesto por ignorar las dimensiones trágicas que aquel hecho tuvo para los indios americanos. Sólo un guatemalteco, el escritor Miguel Ángel Asturias, había recibido el galardón de la academia sueca con anterioridad. Con la dotación económica del premio, Rigoberta Menchú abrió, primero en México y luego en Guatemala, la fundación que lleva su nombre.