NAGORE URIBE-ETXEBARRIA OLABARRIETA. Violencia machista en Euskadi
Escrito por candelaradiofm el mayo 13, 2023
Escuchar episodio 51. NAGORE URIBE-ETXEBARRIA OLABARRIETA. Violencia machista en Euskadi.
Para nuestra edición 51 de Claudine en Bilbao Proyecto feminista compartimos entrevista con Nagore Uribe-Etxebarria Olabarrieta, junto a ella conversamos respecto a LA VIOLENCIA MACHISTA EN EUSKADI, Nagore es Dinamizadora de Igualdad en el Ayuntamiento de Durango y también Cara visible de la Casa de las Mujeres de Durango. MÁS DE 6.000 MUJERES FUERON VÍCTIMAS DE VIOLENCIA MACHISTA EN EUSKADI EN 2022, UN 13,4% MÁS QUE EN AÑOS ANTERIORES.
Un total de 6.072 mujeres fueron víctimas de violencia de género en Euskadi durante el pasado pasado, lo que supuso un incremento del 13,4% respecto a 2021, mientras que las denuncias también aumentaron un 13,8%, según los datos anuales que el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género ha hecho públicos. Más de 6.000 mujeres fueron víctimas de violencia machista en Euskadi en 2022, un 13,4% más
En el conjunto del estado, el número de víctimas por la violencia de genero, así como el de denuncias presentadas por este tipo de delitos, han vuelto a mostrar en 2022 un importante aumento, estos datos aún son provisionales al estar varios juzgados pendientes de revisión de errores. En Euskadi, las denuncias recibidas el pasado año fueron 6.095, un 13,8% más que en 2021, mientras que las víctimas se elevaron a 6.072, (+ 13,4%), de las que 3.616 eran españolas, con un incremento del 8,4%, mientras que las extranjeras crecieron un 21,6%, siendo un total de 2.456.
Por otra parte, se contabilizaron 27 víctimas Españolas menores de edad (+50%) y 20 eran menores extranjeras con un aumento del 400%. El porcentaje de extranjeras entre las víctimas fue del 40.4%. La tasa de víctimas de violencia de género por cada 10.000 mujeres fue de 53,5 en Euskadi. En nuestra edición 51 compartimos información valiosa acerca del PROTOCOLO DE COORDINACION INTERINSTITUCIONAL FRENTE A LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES DE DURANGALDEA .
TARANA BURKE La mujer que está detrás de Yo También
En una serie de perfiles de defensores y defensoras de los derechos humanos y cómo llegaron a serlo, hablamos de Tarana Burke, la mujer que cambió para siempre la conversación sobre la violencia sexual. Antes de que el movimiento Yo También se hiciera viral en octubre de 2017, la activista Tarana Burke llevaba ya más de una década usando la frase en su lucha de toda la vida para ayudar y proteger a las víctimas de abusos. Aunque la repentina fama de la etiqueta y de su trabajo tomaron a Burke por sorpresa, ha podido usarla para la meta por la que lleva trabajando más de veinte años: ayudar a curar a las supervivientes y acabar con la violencia sexual.
Tarana Burke siempre ha sido una activista que deseaba ayudar a personas cuyas voces apenas se escuchan. Cuando sólo tenía 14 años fue miembro de una organización llamada Movimiento Liderazgo Juvenil Siglo XXI, donde se organizó en torno al caso de los Cinco de Central Park en 1989, en el que cinco jóvenes varones de color fueron acusados injustamente de un delito, y contra una iniciativa encabezada por Donald Trump para restablecer la pena de muerte en el estado de Nueva York para castigar a las personas adolescentes. “Llevo mucho tiempo luchando contra Donald Trump”, afirma. Burke ha trabajado en todas las áreas concebibles de la justicia social, pero se ha dedicado concretamente a las niñas de color y sus dificultades, sobre todo en torno a cuestiones de igualdad racial y de género. También ha vivido personalmente la experiencia y, como joven superviviente de violencia sexual, se dio cuenta de que no había recursos suficientes para comenzar el largo camino a la curación.
Comentando lo que vivió cuando intentó buscar ayuda: “Fui al centro local de ayuda para víctimas de violación, y llamé a la puerta y la mujer respondió; la abrió, pero no me invitó a entrar; era una mujer blanca mayor. Así que dije: ‘Estoy tratando de obtener información sobre sus servicios’ y ella dijo: ‘Sólo atendemos casos que nos mandan’. Y yo dije: ‘¿Que les mandan de dónde?’ Y ella dijo: ‘De las comisarías’”. Ese fue el momento en el que Burke se dio cuenta de que tenía que hacer algo. “No teníamos muchos recursos, pero mi madre era muy resuelta”, contó a The Guardian. “Me metió en todo tipo de programas; me metió en todos los sitios donde pudo meterme”. Esas fueron las cosas que cambiaron el rumbo de su vida: “Los primeros atisbos de curación y de comprensión de lo que me había pasado de niña vinieron de lo que leí”. Desde entonces, su trabajo se centró en crear un espacio para “apoyar y amplificar las voces de las supervivientes de abusos, agresiones y explotación sexuales” mediante la organización comunitaria, talleres y, más tarde, las redes sociales.
Gracias a su propia experiencia y a su extensa labor con otras supervivientes, Burke sabe que lo importante es saber que no estás sola, que hay otras personas que te entienden y te apoyan. Y así es como nació Yo También. “Sabía que cuando intercambias empatía con alguien, se produce una conexión inmediata con la otra persona diciendo ‘yo también’”, explica a Elle. “En eso consiste el trabajo. En supervivientes que hablan entre ellas”. La repentina popularidad de sus palabras y, más tarde, de su propio movimiento, tomaron por sorpresa a Burke. Pero sabía que era una oportunidad que no podía perder: “Creo que nunca veremos una época en la que haya una conversación nacional sobre la violencia sexual”, comenta.
Una de las metas de Burke es que se preste más atención a las víctimas que a los agresores. El movimiento consiste en “construir algo que no existe”, una comunidad global que ayude a orientar a las supervivientes de violencia sexual. Burke reclama más recursos para ayudar a las supervivientes a curarse, para ayudarles a comunicarse, para salvar vidas. En última instancia, busca crear comunidades y seguir educando a la gente sobre la violencia sexual. “Si están listas para cambiar el mundo, si están listas para unirse a este movimiento, si están listas para hacer el trabajo que hace falta para acabar con la violencia sexual, sólo puedo terminar con estas palabras: Yo también”.